Invertir para transformar: cuando la renta construye ciudad
- Natalia Toro
- 23 abr
- 2 Min. de lectura

En Pensamos Arquitectura creemos que cada edificio es una oportunidad para mejorar la ciudad. No se trata solo de levantar estructuras, sino de crear espacios que fomenten la vida comunitaria, la sostenibilidad urbana y el uso inteligente del suelo. Inspirados por arquitectos como Juan Carral, buscamos demostrar que es posible combinar rentabilidad con impacto social positivo.
El arquitecto mexicano Juan Carral ha liderado un proceso de transformación profunda en la colonia Donceles, en Cancún. En apenas unos años, ha desarrollado más de 80 departamentos de renta en una zona que antes pasaba desapercibida para la inversión. Su visión parte de una premisa clara: la vivienda puede ser una herramienta de cambio urbano cuando se diseña pensando en el barrio.
Fotos de Blademir Álvarez y JC Arquitectos.
Uno de sus mayores aportes es la activación del primer piso. Allí no hay muros ciegos ni porterías cerradas: hay vida, comercio, comunidad. Este gesto sencillo tiene un gran impacto: hace de la vivienda un conector urbano, no un objeto aislado.
En Cali, esa misma filosofía nos llevó a desarrollar nuestro primer edificio: Sílice, un proyecto de vivienda en el que el diseño y el uso se combinaron para explorar nuevos modelos de renta. Sílice tiene un mix entre rentas cortas y tradicionales, una decisión que hoy, en retrospectiva, ha resultado clave para su éxito. Mientras que las rentas tradicionales requieren mayor infraestructura (especialmente parqueaderos en zonas de estrato alto), las rentas cortas permiten un modelo más flexible. Y en nuestro caso, el diseño ha sido un factor determinante: aparece constantemente en los comentarios positivos de quienes lo habitan o lo visitan.
No todo ha sido perfecto. El primer piso, pensado inicialmente para oficinas, no ha funcionado como esperábamos. Esta experiencia nos deja un aprendizaje clave: en proyectos de escala media, el primer piso debe activarse con usos más permeables y cotidianos, no solo con funciones temporales.
Este tipo de proyectos muestran que es posible pensar en el retorno de inversión sin sacrificar la visión de ciudad. Con Sílice, la rentabilidad superó nuestras proyecciones iniciales. Pero más allá de los números, quedó una convicción: cuando se diseña con responsabilidad y visión, el valor no se queda en las cifras, se queda en el entorno.
Por eso creemos en los proyectos de renta: porque nos obligan a quedarnos, a mantener, a seguir haciendo parte del lugar. Y eso, en tiempos donde todo parece transitorio, es una forma de resistencia.
Estamos en busca de personas que quieran invertir para transformar. No solo pensando en el retorno financiero, sino en la posibilidad de dejar una huella positiva en la ciudad.
Cada proyecto es una oportunidad para mejorar un barrio, activar una calle y fortalecer una comunidad. En Pensamos Arquitectura creemos que la buena arquitectura no solo se construye: se habita, se cuida y se comparte.
Invertir para transformar es apostar por una ciudad más viva, más bella y más justa. Es entender que el retorno también puede medirse en calidad urbana, en espacios que perduran, en vínculos que florecen.
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